5.3.07

Exilio Porteño

Puras razones-excusas

Es verdad. Me autoexilie. Asi lo vivo. No me duele, ni me angustia, ni disfruto. Solo transito.
me di una misión. Me dieron un atril para mi proclama. Me respaldaron y ahora... debo actuar.
Soy un payaso. Ese del mito que dice "aquel que provoca alegrías y esconde sus lagrimas". Hay que ser muy frio y tajante, sutil y enfermo, para para dejar la emoción individual en el camarín y provocar la risa común en la plaza.
Será ezquizofrenia, que se yo. Pero es un rasgo del frio profesionalismo.
Ya decidí en que segundo recaer en mi debil costado. En que momento me abandonaré vulnerable, en la voz de los seres amados. No tendré camarín ni plaza, porque mi "ezquizofrenia necesaria", mi "frialdad-refugio", mi "profesionalidad-vocación" es un zapping circunstancial y nunca predecible, solo organizable cada mañana.
Ya esta, lo dije antes y o sostengo. Lo haré. Nada, salvo la vida y la muerte, me hará abandonar lo previsto..
Me dieron un atril. Diré la proclama. Seré digno del respaldo, agradecido. Me haré frio y caliente, cuando haga falta. La paradoja tiene polos cohabitables. Seré como aquellos que admiro, paradojal y en transito.
El payaso deja correr la lágrima frente al espejo, la siente, la admira, la provoca, la despide, se retoca el maquillaje y sale.

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